“Bienvenidos a Aquatika, el mayor parque de vida marina que existe. Recuerden no bajar ni soltarse de su asiento bajo ningún concepto. Relájense y disfruten de este recorrido asombroso.”
Mark estaba un poco nervioso y mareado por el viaje hasta el parque submarino, pero la experiencia valía la pena. Los visitantes estaban sentados en un vagón que se desplazaba mediante magnetismo a través de un gran tubo transparente, permitiendo una visión panorámica inigualable del mundo acuático que los rodeaba.
“Empezaremos con estos pequeños ejemplares de crustáceos y peces. Observen cómo patrullan por el lecho marino en busca de alimento.”
El vagón avanzaba lentamente por la primera estancia, donde la iluminación era tenue, pues esas criaturas no requerían mucha luz para sobrevivir. A través de las paredes del tubo, se podían ver diminutas formas de vida que flotaban en el agua como motas de polvo suspendidas en el aire. Pequeñas criaturas translúcidas se movían con delicadeza entre las praderas de posidonia, cuyos largos tallos se mecían con la corriente.
“Desarrollan su propio ecosistema entre estas praderas de posidonia, manteniendo un equilibrio que ha perdurado durante siglos.”
Mark sintió un escalofrío recorrer su espalda. No estaba acostumbrado a la inmensidad del océano, y menos aún a estar tan cerca de criaturas que, en circunstancias normales, jamás habría podido ver en su hábitat natural.
Poco a poco, el grupo llegó al final de la estancia y se adentró en un túnel que los llevó al siguiente hábitat acuático. El cambio en la atmósfera era notable: la luz se intensificó y los colores cobraron vida ante sus ojos.
“En esta segunda estancia podrán ver una mayor diversidad de especies: peces de colores vibrantes, pulpos y crustáceos de mayor tamaño. Este ecosistema es más dinámico y alberga una interacción constante entre depredadores y presas.”
Ante los turistas se desplegaba un ecosistema más colorido y diverso. Gracias a la transparencia perfecta del tubo, parecía que nadaban entre ellos. Mark, más relajado ahora, contemplaba maravillado la sincronía de los bancos de peces. Se movían como una sola entidad, cambiando de dirección en perfecta armonía.
“Esta es solo una muestra de la vida marina que se encuentra en los océanos Atlántico, Pacífico e Índico. Durante siglos, la humanidad ha dependido de esta fauna. Bien, sigamos hasta nuestra siguiente parada...”
El vagón entró en una sección en penumbra. Tras unos segundos, emergió en la tercera estancia, el doble de grande que la anterior... pero con las mismas especies.
“No se extrañen... sí, están viendo las mismas criaturas que antes... pero aquí son el alimento.”
De repente, un tiburón gigante y deforme irrumpió en escena, atravesando un banco de peces y devorando a varios de un solo bocado. Los visitantes soltaron exclamaciones de asombro al presenciar la crudeza de la naturaleza en acción.
“Acaban de presenciar la caza del majestuoso Charcharodon Rebrum. Este depredador se alimenta tanto de pequeña fauna como de otras criaturas de su mismo tamaño.”
El gigantesco escualo se movía con agilidad por la inmensa pecera. Mark observaba con fascinación y un atisbo de temor. Por muy protegidos que estuvieran, la sensación de vulnerabilidad ante semejante bestia era inevitable.
“Pero esta estancia esconde otro inquilino...”
Un tentáculo descomunal atrapó al Charcharodon, que intentó escapar en vano. Una sombra colosal se acercó al tubo, y al revelarse, los turistas se inquietaron. Se trataba de una criatura monstruosa, una mezcla de cangrejo y pulpo. Su tamaño era tal que solo se alimentaba de los Charcharodones, pues el resto no le saciaba.
“Les presentamos al gran Cefalolusco. Tranquilos, tampoco somos de su interés... Natural del Océano Rebrum, puede vivir dentro y fuera del agua, aunque prefiere el medio acuático.”
El monstruo devoró al tiburón en pocos bocados. Su mandíbula ejercía tal presión que podría doblar una roca de diamante. Los turistas, inmóviles, observaban con una mezcla de terror y asombro. Afortunadamente, sabían que el cristal del vagón era prácticamente irrompible y que su recubrimiento de espejo los hacía invisibles a los ojos de esas criaturas.
“Este es el rey de los mares subterráneos de Marte. Nuestras investigaciones indican que con una caza como esta puede sobrevivir durante largos períodos. Observen cómo la fauna regresa ahora que el Cefalolusco se retira a su cueva. Miren esas anguilas bicéfalas fluorescentes que nadan sobre sus cabezas; su brillo responde a la poca luz que llega de la superficie. Un espectáculo impresionante, ¿no creen?”
Los turistas, aliviados, comenzaron a aplaudir.
“Y así concluye el Teatro Viviente de los Mares Subterráneos de Marte. Esperamos que hayan disfrutado de esta visita. Hoy, domingo 11 de agosto de 2324, Aquatika les agradece su presencia. Al salir, encontrarán la tienda de souvenirs y los servicios.”
Mark bajó del vagón con las piernas tambaleantes, pero pronto se sintió más tranquilo. Decidió comprar un holograma del Cefalolusco para colocarlo en su habitación. Al salir, conectó su iWrist y comenzó su transmisión en directo.
“¡Muy buenas, familia! Acabo de terminar mi experiencia en Aquatika y es una lástima que no permitan grabar nada, porque es algo impresionante. Se lo recomiendo totalmente. ¡Miren lo que compré!”
Al levantar la carta holográfica para mostrarla, un fuerte golpe resonó. Parte del techo comenzó a resquebrajarse. La gente gritó y corrió en todas direcciones. Un rugido gutural estremeció el suelo. Cascotes se desprendieron y, de los agujeros abiertos, el agua comenzó a brotar con fuerza.
Mark quedó petrificado. Sus seguidores recordarían esa transmisión para siempre, pues sería la última. Durante cuatro segundos de emisión, se vio con claridad un tentáculo colosal del Cefalolusco irrumpiendo en el recinto y arrasándolo todo a su paso. El agua llenó la estancia mientras el rugido resonaba en los dispositivos.
Horas después, las noticias informaban:
“Tragedia en Aquatika, el parque submarino en Marte. Una gigantesca criatura, identificada como Cefalolusco, ha destruido gran parte de las instalaciones. Se reportan solo veinte sobrevivientes, mientras que las víctimas superan las trescientas. Este incidente pone en duda el uso de fauna exótica en parques recreativos y educativos...”
Hay vidas que no están hechas para estar enjauladas, y la naturaleza siempre encuentra la manera de liberarse... sea como sea.
“Pero esta estancia esconde otro inquilino...”
Un tentáculo descomunal atrapó al Charcharodon, que intentó escapar en vano. Una sombra colosal se acercó al tubo, y al revelarse, los turistas se inquietaron. Se trataba de una criatura monstruosa, una mezcla de cangrejo y pulpo. Su tamaño era tal que solo se alimentaba de los Charcharodones, pues el resto no le saciaba.
“Les presentamos al gran Cefalolusco. Tranquilos, tampoco somos de su interés... Natural del Océano Rebrum, puede vivir dentro y fuera del agua, aunque prefiere el medio acuático.”
El monstruo devoró al tiburón en pocos bocados. Su mandíbula ejercía tal presión que podría doblar una roca de diamante. Los turistas, inmóviles, observaban con una mezcla de terror y asombro. Afortunadamente, sabían que el cristal del vagón era prácticamente irrompible y que su recubrimiento de espejo los hacía invisibles a los ojos de esas criaturas.
“Este es el rey de los mares subterráneos de Marte. Nuestras investigaciones indican que con una caza como esta puede sobrevivir durante largos períodos. Observen cómo la fauna regresa ahora que el Cefalolusco se retira a su cueva. Miren esas anguilas bicéfalas fluorescentes que nadan sobre sus cabezas; su brillo responde a la poca luz que llega de la superficie. Un espectáculo impresionante, ¿no creen?”
Los turistas, aliviados, comenzaron a aplaudir.
“Y así concluye el Teatro Viviente de los Mares Subterráneos de Marte. Esperamos que hayan disfrutado de esta visita. Hoy, domingo 11 de agosto de 2324, Aquatika les agradece su presencia. Al salir, encontrarán la tienda de souvenirs y los servicios.”
Mark bajó del vagón con las piernas tambaleantes, pero pronto se sintió más tranquilo. Decidió comprar un holograma del Cefalolusco para colocarlo en su habitación. Al salir, conectó su iWrist y comenzó su transmisión en directo.
“¡Muy buenas, familia! Acabo de terminar mi experiencia en Aquatika y es una lástima que no permitan grabar nada, porque es algo impresionante. Se lo recomiendo totalmente. ¡Miren lo que compré!”
Al levantar la carta holográfica para mostrarla, un fuerte golpe resonó. Parte del techo comenzó a resquebrajarse. La gente gritó y corrió en todas direcciones. Un rugido gutural estremeció el suelo. Cascotes se desprendieron y, de los agujeros abiertos, el agua comenzó a brotar con fuerza.
Mark quedó petrificado. Sus seguidores recordarían esa transmisión para siempre, pues sería la última. Durante cuatro segundos de emisión, se vio con claridad un tentáculo colosal del Cefalolusco irrumpiendo en el recinto y arrasándolo todo a su paso. El agua llenó la estancia mientras el rugido resonaba en los dispositivos.
Horas después, las noticias informaban:
“Tragedia en Aquatika, el parque submarino en Marte. Una gigantesca criatura, identificada como Cefalolusco, ha destruido gran parte de las instalaciones. Se reportan solo veinte sobrevivientes, mientras que las víctimas superan las trescientas. Este incidente pone en duda el uso de fauna exótica en parques recreativos y educativos...”
Hay vidas que no están hechas para estar enjauladas, y la naturaleza siempre encuentra la manera de liberarse... sea como sea.
© 2025 Josep Maria Solé. Todos los derechos reservados.
Disturbing Stories, número 083, "Aquatika".
Registrado en SafeCreative con el ID: 2502180901125.
Fecha de registro: febrero 2025.
Este relato no puede ser reproducido, distribuido ni modificado sin el permiso expreso del autor.
Disturbing Stories, número 083, "Aquatika".
Registrado en SafeCreative con el ID: 2502180901125.
Fecha de registro: febrero 2025.
Este relato no puede ser reproducido, distribuido ni modificado sin el permiso expreso del autor.