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AUDIO
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Se oye el sonido de un antiguo reproductor de cintas.
—Si…si… (comprobando que funciona) De acuerdo, aquí el teniente Henry Roff, de la policía metropolitana. A fecha de hoy, 25 de mayo de 1977, procedo con el interrogatorio de la señora Cristina Lambert, trabajadora de la limpieza en uno de los laboratorios de la empresa Aura First Innovations. ¿Es correcto?
—Sí, señor.
—Bien, entonces empecemos por el principio. Relate de manera cronológica los hechos que ocurrieron en la tarde del pasado 1 de mayo.
—Yo estaba haciendo mi ronda habitual. Esa semana tenía turno de tardes y me encargaba de la limpieza en general. El laboratorio es bastante grande y dispone de cuatro alas con largas salas y pasillos conectados entre sí. En el centro están las maquinarias más complejas.
—¿Podría especificar qué actividades se realizan allí habitualmente?
—Lo siento, pero tengo prohibido por contrato revelar nada de lo que haya podido ver u oír dentro de las instalaciones.
—Señora, esto es un interrogatorio policial. Tiene libertad para responder. Cualquier acción que intente la empresa será castigada por la ley.
—De acuerdo… tampoco es que viera demasiado, pero sé que trabajan con animales. Experimentan con chimpancés, a veces con perros… cosas de biología.
—Entiendo…
—Ese día estaba en el ala norte cuando oí un grito. Me sobresalté. Era una mujer. Me acerqué al ala sur y miré a través de la puerta. Vi a una chica atada a una camilla, gritando desesperada. Cuatro científicos, con sus batas blancas, la rodeaban con instrumental quirúrgico. Monitores y máquinas zumbaban a su alrededor.
—¿Reconocería a esos hombres si los viera de nuevo?
—Supongo que sí… pero hay más cosas…
—Continúe.
— Uno de los doctores le ordenó a otro que la sedara. “No soporto los gritos”, dijo. Segundos después, ella se quedó inmóvil. Entonces empezaron a introducir pequeños tubos y a inyectarle un líquido a través de su cuerpo. En los monitores, algo no parecía estar bien. De repente, ella se despertó con un alarido inhumano. Me tapé los oídos del impacto. Oí voces alarmadas: "¡Algo ha salido mal!", "¡Parece que el derivado ha causado efectos secundarios!", "¡Cuidado, se va a soltar!".
—¿Qué ocurrió entonces?
—Ella gruñó y, con una fuerza imposible, rompió sus ataduras. Se incorporó de un salto y cayó de pie de manera antinatural. Sus extremidades parecían haber cambiado… como si las articulaciones se hubieran invertido. Los científicos retrocedieron aterrorizados. Yo estaba paralizada, no podía apartar la mirada… pero cuando ella rugió con furia, entré en pánico y salí corriendo de ahí. (solloza)
—Debió ser espantoso.
—Nunca había visto algo así…
—Si…si… (comprobando que funciona) De acuerdo, aquí el teniente Henry Roff, de la policía metropolitana. A fecha de hoy, 25 de mayo de 1977, procedo con el interrogatorio de la señora Cristina Lambert, trabajadora de la limpieza en uno de los laboratorios de la empresa Aura First Innovations. ¿Es correcto?
—Sí, señor.
—Bien, entonces empecemos por el principio. Relate de manera cronológica los hechos que ocurrieron en la tarde del pasado 1 de mayo.
—Yo estaba haciendo mi ronda habitual. Esa semana tenía turno de tardes y me encargaba de la limpieza en general. El laboratorio es bastante grande y dispone de cuatro alas con largas salas y pasillos conectados entre sí. En el centro están las maquinarias más complejas.
—¿Podría especificar qué actividades se realizan allí habitualmente?
—Lo siento, pero tengo prohibido por contrato revelar nada de lo que haya podido ver u oír dentro de las instalaciones.
—Señora, esto es un interrogatorio policial. Tiene libertad para responder. Cualquier acción que intente la empresa será castigada por la ley.
—De acuerdo… tampoco es que viera demasiado, pero sé que trabajan con animales. Experimentan con chimpancés, a veces con perros… cosas de biología.
—Entiendo…
—Ese día estaba en el ala norte cuando oí un grito. Me sobresalté. Era una mujer. Me acerqué al ala sur y miré a través de la puerta. Vi a una chica atada a una camilla, gritando desesperada. Cuatro científicos, con sus batas blancas, la rodeaban con instrumental quirúrgico. Monitores y máquinas zumbaban a su alrededor.
—¿Reconocería a esos hombres si los viera de nuevo?
—Supongo que sí… pero hay más cosas…
—Continúe.
— Uno de los doctores le ordenó a otro que la sedara. “No soporto los gritos”, dijo. Segundos después, ella se quedó inmóvil. Entonces empezaron a introducir pequeños tubos y a inyectarle un líquido a través de su cuerpo. En los monitores, algo no parecía estar bien. De repente, ella se despertó con un alarido inhumano. Me tapé los oídos del impacto. Oí voces alarmadas: "¡Algo ha salido mal!", "¡Parece que el derivado ha causado efectos secundarios!", "¡Cuidado, se va a soltar!".
—¿Qué ocurrió entonces?
—Ella gruñó y, con una fuerza imposible, rompió sus ataduras. Se incorporó de un salto y cayó de pie de manera antinatural. Sus extremidades parecían haber cambiado… como si las articulaciones se hubieran invertido. Los científicos retrocedieron aterrorizados. Yo estaba paralizada, no podía apartar la mirada… pero cuando ella rugió con furia, entré en pánico y salí corriendo de ahí. (solloza)
—Debió ser espantoso.
—Nunca había visto algo así…
—Entonces, ¿no vio nada después? ¿No sabe cómo esa criatura escapó?
—No, señor…
—Curioso. Tres de los doctores aseguran que usted la ayudó a huir.
—¿Qué? ¿Pero qué dice? ¿No murieron?
—No todos. Y hemos revisado las grabaciones de seguridad. No se le ve huyendo con desesperación… más bien parece tranquila.
—Pero… eso no… (balbucea sorprendida)
—Además, hay otro asunto. ¿Está segura de que no conocía a la chica?
—No… yo no… (titubea)
—Señora Lambert, tiene una última oportunidad para decir la verdad antes de ser arrestada como cómplice.
— (Tras unos segundos de silencio) Está bien… confesaré.
—Adelante.
— Cuando oí esos gritos, supe de inmediato de quién eran. Era mi hija, Natalia. Nunca fue fácil, pero la ayudé en todo. Un día me dijo que estaba embarazada y que el padre no quiso saber nada. Apenas teníamos dinero. Luego recordé que vi anuncios en el periódico: pagaban bien por participar en pruebas médicas de unas vitaminas. Creo que Natalia aceptó por necesidad. Pero nunca imaginé que sería para algo así…
— ¿Qué pasó después?
— Cuando la vi convertida en esa cosa, no huí. Me acerqué. La llamé por su nombre. Por un instante pareció reconocerme… pero luego saltó sobre uno de los doctores y lo atacó. Fue espantoso. No podía moverme. Cuando todo terminó, los cuerpos yacían en el suelo.
— Aunque tres sobrevivieron como le comentaba… siga, por favor.
— Finalmente, ella se acercó a mí, pero no me hizo nada. Se giró hacia la puerta y trató de abrirla. Fue entonces cuando reaccioné. Me acerqué y marqué el código. La puerta se abrió. Salí al pasillo y ella me siguió. Cualquier guardia que aparecía, ella lo eliminaba en segundos. Cuando nos dimos cuenta, estábamos en la salida principal. Detrás, solo quedaba un rastro de muerte.
— ¿Cree que valió la pena?
— En ese momento lo comprendí. Dentro de ese ser, en algún rincón, aún estaba mi niña. Cuando me despedí, me miró como solía hacerlo antes. Entonces, se dio la vuelta y desapareció.
— Señora Lambert, ¿se da cuenta de lo que está diciendo? ¿Acusa a Aura First Innovations de actividades ilegales?
— Solo he contado lo que vi. (tajante)
— Bien… entonces, queda detenida por cómplice de la muerte de 24 personas y ayudar a escapar a un activo de la compañía.
—¡No! ¿Y la empresa? ¿Van a hacer algo con ellos? (furiosa)
— Aura First Innovations trabaja para el bienestar de la humanidad mediante la investigación…
— ¡Ustedes los protegen! (grita)
— …y toda esa historia que ha contado no es más que un delirio. No hay ninguna mujer mutante. No hay locos experimentos con humanos ni mucho menos a embarazadas. Usted ayudó a escapar a un chimpancé de alto valor para la empresa.
— (ríe amargamente) Está bien… pueden callarme… (tono frío y desafiante) pero espero que nunca encuentren a Natalia… ¡¡malditos!!
FIN DE LA GRABACIÓN
—No, señor…
—Curioso. Tres de los doctores aseguran que usted la ayudó a huir.
—¿Qué? ¿Pero qué dice? ¿No murieron?
—No todos. Y hemos revisado las grabaciones de seguridad. No se le ve huyendo con desesperación… más bien parece tranquila.
—Pero… eso no… (balbucea sorprendida)
—Además, hay otro asunto. ¿Está segura de que no conocía a la chica?
—No… yo no… (titubea)
—Señora Lambert, tiene una última oportunidad para decir la verdad antes de ser arrestada como cómplice.
— (Tras unos segundos de silencio) Está bien… confesaré.
—Adelante.
— Cuando oí esos gritos, supe de inmediato de quién eran. Era mi hija, Natalia. Nunca fue fácil, pero la ayudé en todo. Un día me dijo que estaba embarazada y que el padre no quiso saber nada. Apenas teníamos dinero. Luego recordé que vi anuncios en el periódico: pagaban bien por participar en pruebas médicas de unas vitaminas. Creo que Natalia aceptó por necesidad. Pero nunca imaginé que sería para algo así…
— ¿Qué pasó después?
— Cuando la vi convertida en esa cosa, no huí. Me acerqué. La llamé por su nombre. Por un instante pareció reconocerme… pero luego saltó sobre uno de los doctores y lo atacó. Fue espantoso. No podía moverme. Cuando todo terminó, los cuerpos yacían en el suelo.
— Aunque tres sobrevivieron como le comentaba… siga, por favor.
— Finalmente, ella se acercó a mí, pero no me hizo nada. Se giró hacia la puerta y trató de abrirla. Fue entonces cuando reaccioné. Me acerqué y marqué el código. La puerta se abrió. Salí al pasillo y ella me siguió. Cualquier guardia que aparecía, ella lo eliminaba en segundos. Cuando nos dimos cuenta, estábamos en la salida principal. Detrás, solo quedaba un rastro de muerte.
— ¿Cree que valió la pena?
— En ese momento lo comprendí. Dentro de ese ser, en algún rincón, aún estaba mi niña. Cuando me despedí, me miró como solía hacerlo antes. Entonces, se dio la vuelta y desapareció.
— Señora Lambert, ¿se da cuenta de lo que está diciendo? ¿Acusa a Aura First Innovations de actividades ilegales?
— Solo he contado lo que vi. (tajante)
— Bien… entonces, queda detenida por cómplice de la muerte de 24 personas y ayudar a escapar a un activo de la compañía.
—¡No! ¿Y la empresa? ¿Van a hacer algo con ellos? (furiosa)
— Aura First Innovations trabaja para el bienestar de la humanidad mediante la investigación…
— ¡Ustedes los protegen! (grita)
— …y toda esa historia que ha contado no es más que un delirio. No hay ninguna mujer mutante. No hay locos experimentos con humanos ni mucho menos a embarazadas. Usted ayudó a escapar a un chimpancé de alto valor para la empresa.
— (ríe amargamente) Está bien… pueden callarme… (tono frío y desafiante) pero espero que nunca encuentren a Natalia… ¡¡malditos!!
FIN DE LA GRABACIÓN
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ESP
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* Aunque la historia es la misma, existen algunas ligeras variaciones respecto la versión escrita. Esto es porque este AUDIO en concreto se locutó en 2022, y el que fue el guion se ha trabajado durante el tiempo de reevaluación del proyecto y tiene una mejor versión escrita ahora.
Un proyecto de
VIANDA VISUAL
Con las voces de
Cristina Lambert – Judith Ayala
Henry Roff – José Luis Casas
Edición & Postproducción
VIANDA VISUAL
Idea Original
Josep Maria Solé
Música
Brentin Davis - Movie and Film Score Part 2
DELOSound - Suspense tension background
DELOSound - Horror tension background
AlexGuz - Cinematic emotional piano
Pufino - Horrors of War
Ievgen Poltavskyi - Suspense scary trailer
©Todos los derechos reservados.
©Disturbing Stories, Disturbing Cassettes.
2025
VIANDA VISUAL
Con las voces de
Cristina Lambert – Judith Ayala
Henry Roff – José Luis Casas
Edición & Postproducción
VIANDA VISUAL
Idea Original
Josep Maria Solé
Música
Brentin Davis - Movie and Film Score Part 2
DELOSound - Suspense tension background
DELOSound - Horror tension background
AlexGuz - Cinematic emotional piano
Pufino - Horrors of War
Ievgen Poltavskyi - Suspense scary trailer
©Todos los derechos reservados.
©Disturbing Stories, Disturbing Cassettes.
2025
© 2025 Josep Maria Solé. Todos los derechos reservados.
Disturbing Stories, número 018, "Confesión".
Registrado en SafeCreative con el ID: 2502180902795.
Fecha de registro: febrero 2025
Este relato no puede ser reproducido, distribuido ni modificado sin el permiso expreso del autor.
Disturbing Stories, número 018, "Confesión".
Registrado en SafeCreative con el ID: 2502180902795.
Fecha de registro: febrero 2025
Este relato no puede ser reproducido, distribuido ni modificado sin el permiso expreso del autor.